Mi papá siempre me enseñó que no debemos mirar hacía arriba para desear lo que otros tienen, al contrario, debemos mirar hacía abajo para ver cómo podemos ayudar a quienes lo necesitan. El proyecto Abuelitos Heladeros ha sido una oportunidad para poner en práctica dicha enseñanza.
Una manera de agradecer
Un día antes del primer caso de Coronavirus en Guatemala, mi hermano tuvo un accidente en moto. Dicho accidente fue tan grave, que los doctores dijeron que había sido un milagro que viviera. Cuando mi hermano ya estaba fuera de peligro le dije a Dios que le quería agradecer por lo que había hecho por mi hermano y sabía que las palabras no eran suficientes.
Las semanas fueron pasando hasta llegar al 5 de abril. Ese domingo estaba en la puerta de mi casa cuando vi pasar a Don Julio, uno de los abuelitos heladeros. Vi que él iba con su carrito de helados, con ropa remendada y con mucha dificultad para caminar.